La obra de Sebastián Garretón se desarrolla entre dos claves estéticas: por un lado manifiesta una notoria cercanía a la libertad y sensualidad pictórica del Neoexpresionismo, y por otra se acerca al llamado “arte naif”, caracterizado por un oficio pictórico libre de los límites académicos y con la frescura propia de un arte personal.
Aquí el artista nos presenta una simple escena cotidiana de lo que parece ser una familia disfrutando de su desayuno. Sin embargo, la importancia de este cuadro no radica tanto en el tema sino que en la manera en que se resuelve el original uso del lenguaje pictórico. Garretón desarrolla una perspectiva personal que rompe con la concepción académica y que tiende a deformar las proporciones de los objetos para acentuar el efecto expresionista. El dibujo se desarrolla a través de líneas simples que se acercan al cómic, mientras que la mayor fuerza expresiva de esta obra radica en el desenfadado uso del color, el que se despliega con una fuerza casi insolente en ricas tonalidades rojas, azules, verdes y amarillas.
Año de publicación: 2000

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