La obra de Mariana Acuña se encuentra ligada a la estética del expresionismo, caracterizada por la deformación de la realidad de acuerdo a la intención expresiva del artista, y del uso libre, espontáneo y enérgico de las posibilidades que el lenguaje pictórico le entrega.
En “Paisaje interno”, Acuña nos entrega la imagen de un difuso paisaje que más bien tiene que ver con ciertas impresiones freudianas que con un paisaje objetivo. A través de manchas de diversas tonalidades amarillas, azules, cafés y verdes, la artista construye en paisaje lleno de texturas, de chorreo, de vitalidad pictórica. Un paisaje que tiene impresa la impronta de los movimientos de la artista en el momento de pintar, además de un caudal de sensualidad y riqueza material que la hace una obra algo ambigua, pero de ineludible importancia pictórica.
Año de publicación: 1997