En este paisaje encontramos algunas de las claves tanto plásticas como temáticas propias del trabajo de Bororo; con una obra que se inscribe dentro de las coordenadas estéticas del neoexpresionismo.
En este caso se utilizó el recurso plástico del “chorreo”, incorporando -en mayor o menor medida- el azar como factor expresivo y permitiendo la manifestación del temperamento libre y espontáneo del artista.
La otra clave tiene que ver con la perspectiva, que por lo general se presenta bajo un tratamiento personal y creativo, donde figuras y elementos adquieren posiciones un tanto ilógicas.
Por su parte, se aprecia una escena creada esencialmente a partir del juego entre perspectiva y sucesión de planos de color, lo que finalmente construye una obra de un fuerte y curioso atractivo visual acentuado por la utilización de duplas de colores complementarios, como rojos con verdes y azules con amarillos.
Año de publicación: 1993