La pintura de este destacado artista y arquitecto nacional, se encuentra ligada a dos claves visuales que se funden en su obra. Por un lado, adscribe formalmente a la estética realista, en donde adhiere al figurativismo pictórico con el que plasma distintos fragmentos de la realidad visible, mientras que por otro lado, dicho realismo se mezcla con una atmósfera de tipo surrealista, en donde lo onírico, lo imaginario e incluso cierta fantasía, inundan su propuesta artística.
En “Interminable Verano”, la escena es bastante simple: se observa a dos personajes, uno tocando el piano y el otro sentado observando su entorno, en lo que parece ser un apacible salón en una tarde estival. Sin embargo, al igual que en la obra del pintor estadounidense Edward Hopper (1882 – 1967), Barreda nos revela algo que trasciende la mera descripción de la realidad. Algo hay en la particular atmósfera del cuadro, que lo transforma en algo ambiguo, algo que nos sorprende pues va más allá de la apariencia. Esa particular atmósfera se logra gracias a la crepuscular luz que inunda la escena, los rostros que no se ven, el violáceo cielo y el singular e indeterminado espacio arquitectónico, dotan a esta obra de ciertos rasgos oníricos y de una ambigüedad inquietante y poética.
Año de publicación: 2004

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